Apr 232020
 

Columna de la autoría del Dr. Luis Baquero Rosas publicada en el Nuevo Día

La pandemia global del coronavirus que tuvo su origen en los mercados de animales exóticos en la ciudad de Wuhan a finales del 2019 pudo haber sido para China la oportunidad dorada de emerger como la potencia líder en las nuevas relaciones económicas por las próximas décadas.

Pero no ha sido así, porque China, contrario a mostrarse como una nación integrada y colaboradora del sistema global de relaciones internacionales, económicas y de conocimientos científicos para responder al COVID-19, ha tomado el camino de aislarse e iniciar una campaña de desinformación controlada por el gobierno totalitario.

Con ella busca mostrarse al mundo como algo que es imposible de considerar verídico en este tiempo … una nación de 1,300 millones de personas sin altos niveles de contagios, con medicamentos secretos sin validez científica y que no son divulgados en forma solidaria al resto del mundo.

Ante el mundo China se ha mostrado como un país que maneja y controla la información a su antojo para beneficio propio, sin tomar en consideración a sus aliados económicos como los Estados Unidos, Inglaterra, Italia, España, Corea del Sur, Japón y otras potencias económicas que no solo mantienen sus facilidades productivas en el país generándole millones de puestos de trabajo, sino que en muchos casos ofrecen accesos preferenciales en sus mercados nacionales.

Esta pandemia ha develado el alto nivel de concentración de ciertas industrias y operaciones de manufactura en China, que afectó la cadena de suministros globales y dejó a muchas economías sin productos o mercancías necesarias para responder a la crisis. Lo ha evidenciado como un sistema riesgoso por la piratería institucionalizada, que permitió el engaño a España con millones de pruebas piratas en medios de la oleada de muertes por el COVID-19.

Como resultado, a nivel global se ha comenzado a cuestionar la deseabilidad de mantenerse en este país y la posibilidad creciente de que una porción importante de las operaciones productivas regrese a los países de origen. Puerto Rico, como centro de producción farmacéutica, se insertó en este esfuerzo de quitar operaciones esenciales para los Estados Unidos y regresarlas a un lugar seguro, aunque más costoso, buscando aprovechar la pandemia para revivir nuestra manufactura a costa de los errores, el aislamiento, la piratería e imagen negativa que se ha labrado China con sus propias manos.