Nov 182019
 

Cuando el Verbo se hizo carne

La celebración del Misterio de la Encarnación, este es el sentido propio de esta fiesta, supone la irrupción de Dios en la historia humana. Es el cumplimiento de las promesas. Solo desde el designio providente y misericordioso de Dios es que se puede vislumbrar su pleno significado.

El Padre Edgardo Acosta, profesor del recinto de Mayagüez de la PUCR narra que en el origen de la historia salvadora crea Dios al ser humano, lo dota de  libertad, es uno de los dones que le otorga. “Ya en el principio el ser humano se opone al proyecto de Dios, sucumbe ante la realidad del pecado. El drama del paraíso es precisamente la confrontación entre el designio de Dios y el querer  del ser humano. La imagen idílica del Edén refleja la herencia que quiere Dios otorgar a quien es su obra más perfecta.  La tentación ante la que quiebra su voluntad el ser humano es la permanente tendencia a querer ocupar el lugar que le corresponde al Creador, pretendiendo ocupar su lugar. En la sentencia de la serpiente infernal se encuentra la causa de la caída, ‘’serán como dioses’’. Pese a quebrantar el orden por el Creador instituido la respuesta del Padre a la caída es el ofrecimiento de una nueva posibilidad de salvación. Es cuando surge el primer anuncio de salvación, llamado proto-evangelio: ‘’Pondré enemistad entre ti y la mujer, entre tu descendencia y la suya…’’. Aquí tiene inicio de hecho lo que celebramos, Dios asumiendo nuestra condición humana para redimirnos, salvarnos” explicó Padre Edgardo Acosta.

El Sacerdote sostiene que “la Navidad es cercanía, amistad, ofrenda. Dios se hace frágil, niño, necesitado, dependiente. Nos muestra el camino a seguir. Solo disponiéndonos a vivir en abandono y plena confianza en el Padre, como un niño en brazos del padre, podremos encaminarnos por sendas de plenitud de vida. Esta festividad es signo del amor misericordioso de Dios que opta por el ser humano y le ofrece su salvación incondicionalmente. En su Hijo todos están  llamados a vivir la filiación divina”.

“El misterio de la Natividad del Verbo nos lleva a la gratitud, la admiración y la alabanza. Dios se ha hecho hombre para que los hombres podamos llegar a Dios. ‘’Alegrémonos, no puede haber lugar para la tristeza cuando nace aquella vida que vienen a destruir el poder de la muerte y darnos la esperanza de una eternidad dichosa’’ (San León Magno). Es nuestro deseo que Jesucristo nazca en cada corazón” expresó Padre Edgardo.