Columna de la autoría del Prof. Jonathan Rosado y publicada por el Nuevo Día
Como ya es de conocimiento general, la pandemia ha cambiado el estilo de vida y el modo en que operamos prácticamente en todos los aspectos y en tiempo record. El virus, aunque en esencia peligroso, ha traído explícitamente significativos conflictos sociales, o quizá por el contrario, nos impulsó a mostrar quienes realmente somos.
Es la misma tecnología la que nos ha ayudado a aparentar que podemos seguir funcionando y nos permite publicar estatus de que apoyamos el trabajo remoto si se puede, de que estamos dispuestos a quedarnos en casa, y hasta abiertos a vivir con menos, aunque sea por participar en la conversación del momento.
La verdad es que el consumismo no se ha detenido ni un poco, solo se ha mudado de modalidad. Las personas han comenzado a ingerir más y a generar menos, aun cuando sabemos que racionar provisiones es parte esencial para salir los menos posible de nuestras casas.
Y mientras tristemente esta temporada es una crisis para muchas familias, también lo es para diversidad de negocios. Industrias como los restaurantes, el turismo, los centros comerciales, dealers, gimnasios, bienes raíces, salones de belleza, oficinas médicas, entre muchos otros, no la están pasando bien, por más ayudas que el gobierno apruebe.
A su vez, esta temporada se ha convertido en el crecimiento al que cualquier empresa aspira para otras categorías de negocio. Se repite la historia de que lo que representa una tragedia para algunos, es una oportunidad para alguien más. Es difícil pensar que firmas están experimentando una bonanza cuando casi todo esta cerrado, pero nuestro consumismo intenso, es muy bien olfateado por las compañías digitales, desde las tiendas virtuales, los servicios de streaming y las aplicaciones de videoconferencias hasta las mismas redes sociales en general.
Ayer, más de 250 millones de personas se conectaron vía videoconferencia. Ayer se consumió más data en un día que la que se consumía en todo un mes por usuario promedio. Hoy hay más publicidad en Youtube y Facebook y ni pensar en los auspicios a los influencers que ahora tienen mayor contacto con sus audiencias meta.
Pero no ha sido igual para medios tradicionales que se han tenido que reinventar tanto en su programación, como en su estrategias de mercadeo. Aun cuando aumentó en casi doble dígito el “rating” en TV, la competencia es cada vez más amplia y se hace más complicado retener la audiencia. La radio, aunque por un lado aumentó sus números, por otro lado se hace insostenible como negocio especialmente para muchas pequeñas empresas -y en Puerto Rico hay más de 120 emisoras. Pero aun los conglomerados de radio han tenido que reducir su plantilla, aumentando la cantidad el trabajo y tareas para los que afortunadamente no fueron cesanteados. En las producciones de eventos ya se registran pérdidas históricas y se espera que los eventos de verano suspendidos asciendan a 9 billones de dólares por concepto de cancelaciones y devoluciones. Hoy por hoy, no hay ni una sola posición de trabajo disponible en producción y bien pocos en la radio y TV. Esto a su vez tiene un efecto adverso en los estudiantes de comunicaciones, los mismos que ya han sufrido cambios en todas áreas, incluyendo la modalidad de universidad a una en línea hasta nuevo aviso. Sus niveles de tensión continúan aumentando al percibir un futuro incierto, muy distante quizá al que planificaron o imaginaron.
Ciertamente, a todos nos ha afectado este cambio repentino de una manera u otra. La vida ha cambiado y los medios de comunicación también. La buena noticia para mis colegas comunicadores y estudiantes de medios es que pueden transferir casi todas sus ideas y conocimiento a las plataformas emergentes, una realidad que en crisis previas no existía o no era significativa. Si algo es esencial es activar el modo autodidacta y estar dispuestos a aprender o reaprender. Lo más fácil es no hacer nada, y para un productor, periodista, relacionista, locutor, editor, libretista o director, detenerse no es opción. Hay que tener fe de que saldremos de esta. Las mejores ideas surgen de las peores crisis y necesidades pero hace falta voluntad y confianza.
Necesitamos hacer que nuestros días sean diferentes, aun bajo el mismo techo. Si estamos cansados del modo en que se daban las cosas hasta el momento en nuestras carreras y medios, es un gran momento para hacer algo diferente y mejor. Si el momento no es ahora, que contamos con un poco más de tiempo que antes, entonces no tengo idea de lo que le tiene que suceder a la humanidad para alcanzar nuestro propósito en la vida.
Antes la reinvención era opcional, ahora es crucial. Es tiempo de preparación pues creo firmemente que hoy es un día más cercano a que todo vuelva a cambiar, pero no a la normalidad que conocíamos, sino a otra nueva normalidad.