Primera Jornada Vocacional en el recinto de Mayagüez
“Vayan por todo el mundo y prediquen el evangelio a toda criatura.” (Mt 16:15), es la invitación que resuena constantemente en la Iglesia Peregrina hacia la Casa del Padre. Y este mandato, miles de consagrados lo van cumpliendo.
El Santo Padre Francisco, en la Carta Apostólica dirigida a todos los Consagrados en ocasión del Año de la Vida Consagrada, expresa la importancia de la misión profética, tanto de los religiosos como de los laicos. Por este decreto del Papa Francisco el recinto de Mayagüez celebró del 20 al 24 de abril la Primera Jornada Vocacional: “El mundo necesita de Dios, ¿te apuntas?”.
Durante la jornada vocacional, se recibió la visita de las Hermanas Dominicas de la Santa Cruz, la Hermandad de Operarias Evangélicas, las Hermanas Marianas de Schoenstatt, las Hermanas de los Ancianos Desamparados, los Frailes Capuchinos, las Hermanas Sanchinas, los Hermanos de la Sociedad Fraterna de Misericordia, las Siervas de María y los Padres Agustinos.
El viernes 24 de abril de 2015, en la clausura de la jornada se llevó a cabo una charla dirigida al Personal del Recinto sobre la vida consagrada. La misma fue ofrecida por la Hna. Marissel Rodríguez, Hermana Mariana de Schoenstatt. La Hna. Marissel explicó la diferencia entre “vocación” y “profesión”. También habló sobre la riqueza de los consejos evangélicos vividos por los religiosos: Pobreza, Castidad y Obediencia; importantes para vivir la vida consagrada.
“Recordemos que en nuestro Bautismo se nos confieren las tres misiones que un cristiano tiene que vivir a
plenitud:sacerdotes, profetas y reyes. Es indispensable nuestra misión de profetas, ya que todo cristiano tiene que anunciar y denunciar; anunciar la buena noticia de salvación, y denunciar la injusticia” sostuvo Edwin Irizarry, estudiante del recinto y coordinador de la Jornada.
El estudiante de maestría citó a San Juan Pablo II en su exhortación “¡No tengan miedo! ¡Abran de par en par las puertasa Cristo!”. Según Edwin, este mensaje debe llegar a todos los jóvenes que buscan saciar su sed de paz, de justicia y de sabiduría.
“Ahora les digo yo: no tengan miedo de seguir a Cristo. Él es nuestro camino seguro para llegar al Padre; para saciar esa sed. Cristo no quita nada, al contrario, lo da todo. ¿Por qué no entregar nuestra vida al servicio del que la entregó para salvarnos? ¡Adelante, no tengas miedo!” finalizó Edwin Irizarry.